domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos

Por: Zuha Kafati
En la tradición católica cristiana, el Domingo de Ramos es el sexto domingo de Cuaresma o el día que precede inmediatamente a la fiesta de la Pascua.

Dicho en otras palabras, es la conmemoración de la entrada triunfal de Nuestro Señor Jesucristo en Jerusalén entre las aclamaciones de la multitud que lo sigue.

Por lo tanto, su celebración en los países del mundo abre oficialmente las ceremonias litúrgicas de la Semana Santa o Semana Mayor, como se conoce en otros lugares.

Se dice que en la Edad Media, empezó a darse resalte a la bendición de las palmas, que en el sucesivo desarrollo litúrgico tomó forma de Misa con Introito, Colecta, Epístola, Gradual, Evangelio, Prefacio y Sanctus. Pero a partir de 1956, la Santa Sede decretó algunos cambios a fin de entonar los ritos de este día al espíritu de primitiva simplicidad, y destacar el cumplimiento de la profecía mesiánica de que el Mesías entraría en Jerusalén entre aclamaciones jubilosas.

La bendición de las Palmas, se ha reducido a una simple oración. Las otras oraciones conmemoran la aclamación de Cristo como Hijo de David; por eso se usan ornamentos rojos (símbolo de realeza) y los fieles desfilan en procesión llevando palmas y cantando himnos a Cristo. Después de la procesión se celebra la Misa; los ministros se quitan los ornamentos rojos y se ponen los morados. Durante la misma, se canta la Pasión según el evangelio de San Mateo y se hacen continuas referencias a los sufrimientos del Señor.

Las Palmas benditas se distribuyen a los fieles, quienes las guardan en sus hogares como tributo a Cristo Rey y Mesías, ornando las imágenes cuadros o crucifijos.

Tegucigalpa y el resto de ciudades en Honduras, hacen hoy eco de esta celebración. Los católicos se desplazan hasta sus iglesias en horas de la mañana, y al salir de la misa hacen precisamente lo anterior.

Con ello se da inicio a un período en el cual se guardan celosamente muchas tradiciones cristianas, pero ambién se procede a tener en la manera de lo posible, un arrepentimiento genuino con el Dios Padre e Hijo, a pedir su protección y sobre todo a tratar de cambiar las viejas costumbres por otras más positivas.

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